El Mimbre Despeinado

El sillón tiene algo que te pica. Cuando lo miras es un pelo de mimbre que se niega a volver a su sitio. No es rebeldía, es familia del plástico del sofá. El mimbre despeinado está fuera de lugar.

lunes, febrero 12, 2007

Resumen

Será que estoy sensible porque tendré que aceptar la súbita muerte de Anna Nicole Smith, pero la realidad es que ando completamente desaparecida de Mimbre. Ya no puedo fingir mas y pretender que es el trabajo y falta de tiempo. La realidad mis queridos mimbrosos, la cruda verdad es que sufrí lo que los americanos llaman un “writer’s block”. Pasé semanas buscando temas. Conversé con cada uno de mis amigos para que me dieran ideas y aunque algunas de sus recomendaciones eran geniales, decidí no sentarme a escribir porque me parecía que era plagio.

Y ahora, han pasado semanas y tengo finalmente dos cosas importantes que contar. No me quedó mas remedio que organizar todo este meollo en dos partes. Les ruego paciencia y perdonen que al leer esta columna encuentren que esta redactada casi a modo de bosquejo.

A. La ausencia del IVU: verdadera razón por la que hay que vivir en Bayamón

Saben todos por mis recientes columnas lo mucho que resiento a Bayamón como ciudad (disque) progresista. Hace dos días fui a visitar una amiga, una cosa llevó a la otra y no me pregunten como terminé haciendo la compra de la semana en su pueblo. Al principio entré por la puertas del supermercado un poco aturdida e insegura. Estaba completamente segura de que los bayamoneces chocarían mi carrito de compra con el de ellos constantemente como lo hacen cuando guían y violan todas las leyes de tránsito. Ya en la góndola de los cereales me empecé a sorprender que nadie invadiera mi espacio y admiré la diversidad de los productos. En la góndola #2 me di cuenta de que había cinco tipos de leche diferentes: leche baja en grasa, leche sin grasa, leche regular con todos los poderes, leche en polvo y para mi sorpresa leche de soya. Acepté un poco la derrota cuando agarré el cartón de leche de soya para probarlo. Respiré hondo, y proseguí a los vegetales. Me sorprendí de los precios, cosa que confirmé cuando la cajera me dijo que por aquella compra solo debería pagar cien dólares. Cuando vio mi estado de shock con sutileza me dijo “en Bayamón no cobramos el IVU” y me sonrió sutilmente como si me estuviera revelando un gran secreto.
Cuando regresé a mi carro había una brisa perfecta que me ayudó a colocar los alimentos en mi carro sin sudar. “Debe ser que estoy cerca de Comerio y Naranjito” pensé yo. Y fue allí en el estacionamiento de Rexville que decidí hacer las paces con la ciudad progresista.

Esta visita a mi amiga me lleva al segundo tema…

B. El absurdo poder de la gaveta

Mi amiga tiene una regla fantástica. Plantea que uno no debe ceder nunca su espacio íntimo porque éste representa seguridad. Un espacio propio para la reflexión. Ese sitio a donde uno debe ir cuando desea meditar. Pero ¿cómo exigir ese espacio tan importante cuando uno tiene un jevo nuevo? Mi amiga ha lidiado con ese problema estableciendo parámetros claros. Cree con absoluta firmeza que el control se pierde si le otorgas al individuo una gaveta para poner sus artículos personales. “Si abro esa puerta, me jodo Andrea, hay que mantener las gavetas cerradas” fueron sus palabras ese sábado en la noche. Me sonreí inmediatamente por su teoría e imaginé de inmediato que le había tomado semanas desarrollarla. La miré con dulzura y me dije a mi misma “con lo intensa, chula y valiente que es mi amiga de seguro perderá su gaveta a finales de este mes”.

Vamos a ver si algún día vacío una de las mías.

2 Comments:

At 2:11 p.m., Anonymous Anónimo said...

La sequía es normal. Lo importante es nunca quitarse, seguir intentándolo hasta recuperar el ritmo. Adelante, Andrea y echa caldo pa' que no se te sequen las habichuelas.

Carlos Arroyo

 
At 2:39 a.m., Anonymous Anónimo said...

esto de la gaveta es genial. creo que era bachelard quien hablaba de los espacios de la felicidad. en ellos no existe tal cosa como las gavetas vacias. lo juro, lo dice casi textualmente cuando habla de los espacios intimos que se crean donde uno habita. ceder el espacio habitado por uno al otro crea un puente inmenso de complicidad. hay que ser muy valiente, ciertamente, para bscar esa vulnerabilidad.

 

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