Mi Tubo de Eustaquio
El tubo lo conecta todo. Si estoy hoy aquí en animos de contar cosas es porque al final de todo el tubo parece que va a funcionar.
Aquiles tiene su talón y yo, Antonia Pujols, tengo el Tubo de Eustaquio. Desde que tengo uso de razón todas las visitas al doctor se relacionan a la inflamación de un tubo de 1 mm de diámetro. Cuando el tubo no está en un ambiente totalmente cómodo y favorecedor se hincha, y al tubo solo le toma hincharse un poco para que todo el sistema que comprende el oído, la naríz y la garganta, se vea afectado.
Pero el tubo es malamañoso, no te avisa de inmediato, la tortura es lenta y consiste en una lista de síntomas ambiguos; mal olor de boca, pérdida temporal de audición, y dolores en la parte posterior de la cabeza.
Para de hecho asegurarse que el problema es el tubo hay que recurrir a herramientas altamente intrusivas, un sorbeto con una cámara en la punta que se inserta por los orificios de la naríz y baja por la garganta.
La interpretación artística pretende dar cuenta de la mano del doctor mientras maneja el cable que inserta por la nariz. Se observa como el cable comienza siendo marrón mientras que luego parece dividirse en tres cables diferentes. Sigue siendo un mismo cable, los colores se usan para demostrar todas las areas a las que la cámara puede asomarse cuando el doctor desde su estoico anonimato lo mueve. Los tres puntos amarillos son la cámara, que aunque originalmente no tienen flash, en mi interpretación del examen si lo tienen, atreviendome así a hacer un comentario sobre el leitmotif teatral de todo el proceso. El fondo fushia es un detalle sin importancia.
Si aún queda duda sobre el proceso aquí encontrará una representación objetiva del examen.
Al final mi tubo vino “mal hecho de fábrica”, o sea, que con todo y que nací tarde pesando lo equivalente a un bebé jabalí (pesé un poco menos de 38 lbs.), eso no fue suficiente para que la naturaleza se encargara de poner todas las piezas en su sitio. Como pienso que la naturaleza si que es perfecta, infiero que quizás es que me movía mucho cuando Gaia me estaba poniendo el tubo, quizás al lado pasaba algo muy interesante cuando me dio por girar la cabeza rápido en el vientre de mi madre.
Lo importante es que parecen haber dado con el clavo. Lo asumo con una resignación casi religiosa, y con un poco del sabor de la anestesia todavía en la garganta me dispongo a enfrentar lo que me queda de la vida con la disposición de una persona que vino al mundo con un padecimiento.
1 Comments:
Un mimbrazo de los buenos!
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