Del misterio que encierra el apartamento del hombre de la fresas
Ya lo dijo Tego Calderón “quiéreme como soy y a mi manera. Los mios me quieres por lo que soy, y algunos por los que tengo”. Palabras con luz Mimbrosos.
No sé porque tenía esa canción pegada en la cabeza mientras entré por primera vez a la casa de este individuo. Admito que mientras subía el elevador estaba completamente prejuiciada. Cerraba los ojos y me imaginaba quince Gatorades de todos los sabores en la nevera de su apartamento, 20 pares de tennis de jugar basket en el closet y al menos cinco gorras para combinar.
Abrió la puerta con la misma alegría de siempre, pero con su guille característico de todo galán de telenovela. Admito que siempre me ha fascinado eso de este individuo. Es cariñoso en cada frase que dice y en cada gesto que hace. Aplica en sus palabras un liviano tono de distanciamiento que te deja con miles de preguntas por hacer y peor aún, con ganas de más. Lo he visto en todo su apogeo. Pone la mano debajo de la espalda, tono suave al hablarte al oído pero con una sutil muestra total de desinterés. Es que el tipo es sabio!
Mi pana sabe como jugar el juego. Sabe el secreto femenino de que si un hombre demuestra mucho interés se revierte el esquema de poder entre los sexos opuestos. Si le quitan la bola de las manos, la chamaca se aburre y le da lo mismo salir con él o no. Él tiene SIEMPRE el control de la cancha, pertenece al equipo ganador y te hace pensar que en juegos de cocinita tú eres las que tienes el control del balón.
Se movía lento por su espacio dándome el recorrido. Por un momento me detuve en su cuarto a inspeccionar algunos perfumes ochentosos encima de su armario. Drakar y Samba llamaron mi atención. Los sujeté en mis manos y los olí pote por pote. Me sonreía desde el pasillo como sabiendo lo que estaba pensando. Ya se lo imaginan verdad? Mano en el marco de la puerta, recostado de su propio brazo, mahones puestos y camisa lay back que indicaba “estoy en casa, pero se que hay visita”, chanclas de goma “cool” en sus pies. Gorras en la paredes, libros, premios en los estantes y un increíble sentido de limpieza que invadía el apartamento del susodicho.
Estuve dos horas tratando de descubrir el misterio que encerraba ese espacio. Mi amigo y yo habíamos llegado a ese lugar, cervezas en mano, sumamente cómodos en el sofá de la sala y no nos queríamos ir de allí. Fui por un segundo a la cocina y abrí la nevera. Allí estaban mimbrosos, unas fresas enromes en una caja transparente deseando ser comidas. Traté de probar una, pero me indicó que estaban pasadas de tiempo. Traté de seguir mi estudio pero me intoxiqué esa noche con casi 8 cervezas y dos shots de una “crema de alba” que me sirvieron. Tranquilos mimbrosos!!!!! No me sucedió absolutamente nada. Llegué a mi casa tarde, pero sana y salva. Eso es lo bueno de mi compa, el tipo es un misterio, pero es todo un caballero.
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