El Mimbre Despeinado

El sillón tiene algo que te pica. Cuando lo miras es un pelo de mimbre que se niega a volver a su sitio. No es rebeldía, es familia del plástico del sofá. El mimbre despeinado está fuera de lugar.

martes, febrero 12, 2008

Para la nena

“Gorda mía, por tu pronta recuperación y en honor a nuestros días en Isabela…”

No me cansaré de decir no me gusta el día de San Valentín y exactamente hoy, a dos días de la notable y colorida fecha admito que uso por primera vez este espacio para redactar mi primera carta de amor. Confieso que estoy loca y ciegamente enamorada. Y como Antonia Pujols tiene a su físico y su tubo de Eustaquio yo de igual forma tengo derecho a proclamar a todos los vientos mi amor por la canina que suelo llamar afectivamente “la gorda apestosa”. Me di cuenta de mi amor por ella anoche mientras esperaba impaciente en la sala del veterinario por los resultados de sus exámenes. La habíamos llevado en la mañana a causa de un sangrado inusual en un área que no mencionaré para proteger su intimidad y la Ley de Animal HIPPA, si es que existe una. Solo diré que era un área delicada.

Pero como las historias de amor si se cuentan a medias, no traen el mismo efecto, empezaré desde el comienzo. Hace unos largos meses llegó a mi vida una perra enorme, con aspecto aterrador por su tamaño y color pero con un corazón enorme. Junto a ella he aprendido el verdadero significado de la frase “las cosas no siempre llegan cuando uno las quiere” porque a la perra le tomó tiempo encariñarse conmigo.

Lo fuimos haciendo todo poco a poco y a su paso. Empezó por reconocer mi presencia de vez en cuando cada vez que iba de visita a mi casa. Se iba al balcón, subía los ojos y me miraba detenidamente. Mi trabajo calculado para atrapar su afecto era ignorarla y no mirarlas a los ojos. Mi misión era no dejarle saber que me interesaba que nos hiciéramos amigas. Según Cesar Millán, el gurú de los perros del mundo, recomienda uno tiene que respetar el espacio de los caninos y dejar que sean ellos los que se acerquen a ti cuando estén listos. “If you built it, he will come” como le decían a Kevin Costner en la película de los noventa Field of Dreams.

Pasaron las visitas y ella me olía dejándome saber que todavía me estaba conociendo hasta que un día en la tarde, cuando nadie mas miraba me lamió la mano en señal de aprobación. A partir de ese momento hemos sido panas. Juntas hemos disfrutado de baños en la playa, caminatas por mi patio y rascadas en la panza a cambio de compañía. Pero ayer, la mayor de las manifestaciones se dio en el veterinario. Pasó al cuarto donde la estábamos esperando y en vez de ir directamente donde su padre(que estaba igual de nervioso que yo por los resultados pero lo disimulaba perfectamente) vino a donde mi a que la sobara. Para mi fue amor a primer ladrido, para ella un poquito después.

Puede ser que las cosas que uno mas desea no lleguen exactamente cuando uno las espera. Siempre es mejor esperar a que te sorprendan.

viernes, febrero 08, 2008

Mi Tubo de Eustaquio



El tubo lo conecta todo. Si estoy hoy aquí en animos de contar cosas es porque al final de todo el tubo parece que va a funcionar.
Aquiles tiene su talón y yo, Antonia Pujols, tengo el Tubo de Eustaquio. Desde que tengo uso de razón todas las visitas al doctor se relacionan a la inflamación de un tubo de 1 mm de diámetro. Cuando el tubo no está en un ambiente totalmente cómodo y favorecedor se hincha, y al tubo solo le toma hincharse un poco para que todo el sistema que comprende el oído, la naríz y la garganta, se vea afectado.
Pero el tubo es malamañoso, no te avisa de inmediato, la tortura es lenta y consiste en una lista de síntomas ambiguos; mal olor de boca, pérdida temporal de audición, y dolores en la parte posterior de la cabeza.
Para de hecho asegurarse que el problema es el tubo hay que recurrir a herramientas altamente intrusivas, un sorbeto con una cámara en la punta que se inserta por los orificios de la naríz y baja por la garganta.
La interpretación artística pretende dar cuenta de la mano del doctor mientras maneja el cable que inserta por la nariz. Se observa como el cable comienza siendo marrón mientras que luego parece dividirse en tres cables diferentes. Sigue siendo un mismo cable, los colores se usan para demostrar todas las areas a las que la cámara puede asomarse cuando el doctor desde su estoico anonimato lo mueve. Los tres puntos amarillos son la cámara, que aunque originalmente no tienen flash, en mi interpretación del examen si lo tienen, atreviendome así a hacer un comentario sobre el leitmotif teatral de todo el proceso. El fondo fushia es un detalle sin importancia.
Si aún queda duda sobre el proceso aquí encontrará una representación objetiva del examen.
Al final mi tubo vino “mal hecho de fábrica”, o sea, que con todo y que nací tarde pesando lo equivalente a un bebé jabalí (pesé un poco menos de 38 lbs.), eso no fue suficiente para que la naturaleza se encargara de poner todas las piezas en su sitio. Como pienso que la naturaleza si que es perfecta, infiero que quizás es que me movía mucho cuando Gaia me estaba poniendo el tubo, quizás al lado pasaba algo muy interesante cuando me dio por girar la cabeza rápido en el vientre de mi madre.
Lo importante es que parecen haber dado con el clavo. Lo asumo con una resignación casi religiosa, y con un poco del sabor de la anestesia todavía en la garganta me dispongo a enfrentar lo que me queda de la vida con la disposición de una persona que vino al mundo con un padecimiento.