El Mimbre Despeinado

El sillón tiene algo que te pica. Cuando lo miras es un pelo de mimbre que se niega a volver a su sitio. No es rebeldía, es familia del plástico del sofá. El mimbre despeinado está fuera de lugar.

lunes, enero 08, 2007

De cómo descubrí que las habichuelas se comen sin caldo y de la ciudad progresista que me habita

"a mi compa Menor, quien ayudó a formar y parir esta columna"

Nunca uno sabe que enseñanza puede traer el día. Y hoy, después de meterme un plato de pionono con arroz y habichuelas en mi cafetería predilecta en Hato Rey conversaba con un amigo, que para respetar su intimidad, solo diré que es sumamente sabio.
Estábamos comiendo y noté que su taza estaba llena de caldo de habichuelas. Con cariño y siendo sumamente cautelosa (porque no suelo interrumpir las rutinas gastronómicas de los demás) le pregunté que porqué no se había servido del caldito de las habichuelas con el arroz. Me dió una sonrisita de medio lado, y me dijo con firmeza “Andrea, yo soy de habichuelas y no de caldo”.

Y aunque haya parecido una simple contestación, la realidad es que su aseveración me dejó pensando en que en el mundo hay gente que siempre sabe lo que quiere en la vida. Personas que no tiene ninguna duda de donde son, ni de cómo son. Individuos(as) que se sienten verdaderamente orgullosos del pueblo donde se criaron. Lo mencionan a cada momento y en todos los lugares. Gritan todo el tiempo el nombre de sus barrios, como buscando aprobación de los demás. Algunos, hasta se atreven a justificar sus acciones porque son de “x”sitio. Y tengo que admitir, que cuando me monté en mi guagua después de almorzar me dí cuenta del poder que tenía mi amigo sobre mi. Envidié su firmeza y la seguridad en sus gustos culinarios. Envidié su porte. Envidié el tono con el que me dijo que no le gusta el caldo, sino las habichuelas.

Y esto me recordó a mi amiga…

Hace un mes ella se mudó a Bayamón. Compró un apartamento en la ciudad vaquera donde ella se crió, donde se formó y donde aparentemente decidió seguir viviendo. Cuando me dijo donde estaba ubicado su proyecto, la juzgué.
Bayamón siempre ha sido un pueblo(observemos como no digo ciudad)por el cual nunca he querido cruzar. Para mi es un terreno BIEN grande en medio de Dorado y Guaynabo sin ninguna función. Es un terraplén inmenso que solo se pisa si uno va a ir a comprar chicharrones (que es la única cosa rica que allí se produce). Bueno, la cosa es que mi amiga, quien reafirmó con su compra de propiedad que siempre será vaquera, me ha tenido del tingo al tango guiando por la avenida Las Cumbres haciendo diligencias con motivo de su mudanza.
En mi trayecto paso por San Souci, Royal Town y Aldea. Siempre he dicho que los tapones son tantos, que debería hacer un playlist en el ipod que sea sólo para cuando viajo para allá pues me tardo 20 horas y además porque sé que es sólo en Bayamón donde está permitido escuchar reggeatón a todas horas.

Así que como verán mimbrosos... odio a Bayamón. Desde el balcón del apartamento de mi amiga se ve hasta el mar pero de que me sirve si tengo el Parque de las Ciencias en medio de la vista?
La próxima vez que vaya a Bayamón a visitarla me daré un baño calmante. Respiraré paz. Pondré el ipod con el reggeatón a to’ tren. Después de todo, si quiero visitarla tengo que cruzar esa barrera que nos divide ya pernder a querrer a ese pueblo por lo que es: simplemente el hogar de mi compa. Yo nunca seré vaquera, pero tendré que asumir las consecuencias de tener una amiga que si lo es. Respecto a mi amor por Bayamón…solo les digo que al santo que no me quiere con no rogarle tengo.